lunes, 16 de septiembre de 2019

DICHARACHERÍAS LIBRES DE PELÓTICA Y POLÍTICA




La Existencia humana, como toda la existencia material del Universo y su Cosmos, permanentemente es sometida al escrutinio de la inteligencia humana. (Por el momento del conocimiento que vive la inteligencia humana, nada nos insinúa que otras especies del sistema biológico que conocemos, pudiera andar por rutas de averiguaciones similares).

Del mismo modo, por la ruta del dominio del conocimiento por el que se conduce el sistema biológico de esta  misma inteligencia humana, nada ha permitido aun que el mismo pensamiento humano haya logrado descifrar otra ruta lógica que sobrepase los arreglos materiales que siguen las leyes y arreglos que llamamos, en conjunto, Termodinamica de los Procesos Materiales.

Resta, sin embargo, otro conjunto de conocimientos cuya conciliación con el conjunto anterior, a la luz de los mismos conocimientos dominados, resultan entre sí, francamente incompatibles, no obstantes, los inmensos esfuerzos que por conciliarlos, se han hecho desde que pueda registrarlo la historia intelectual del conocimiento humano.

Los conocimientos fundados en la fe, llevan parcialmente resuelto gran parte del enigma. Nuestro Dios Creador, ente de inteligencia y poderes ilimitados, habría dispuesto toda la existencia material, sus leyes, impulsos, razones y motivaciones y últimos fines, fundamentalmente desconocidos para el pensaiento humano.

Todos los motivos poéticos más sensibles, han sido y siguen siendo expresados y presentados en las diversa formas del arte y los pretextos sociales que de la antropología derivan y florecen. A mi me gusta la misión premiada del Cristianismo porque no me deja guindando en el aire sin asidero humano moral, pero reconozco que falta mucho por conocer. Existen muy variados argumentos capaces de conformar la grandísima mayoría de las inteligencias que no están dispuestas a "gastar su tiempo", en dicharacherías. 

No evita ello que otros muchos pensadores tan brillantes como Grigori Perelman, sufran ante el desafío de concertar con su propia imaginación la certeza de su compromiso divino y se ha dispuesto a hacer valer sus fórmulas matemáticas para lograrlo.  Otros, menos humildes, aseguran dominar el conocimiento exacto de sus fines y metas concertadas y contratadas bajo testimonios y sellos de origen.

El problema filosófico, a pesar de esos contratos y convenciones, sigue irresoluto. Mi imaginación no pasa del patio de los esclavos: El Universo simplemente existe, es único, ilimitado, permanente, eterno, continuo y perfecto, como Dios, sin origen ni final. 

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