La explotación obrera de la población laboral, genera esa relación costo-beneficio que favorece el aprovechamiento de las ventajosas diferencias que alimentan la acumulación capitalista. Esta relación de beneficios se multiplica en la medida que crece la demanda de lo producido.
Cuando esa demanda creciente, precisa de cada vez de más mano de obra, al menor costo posible, se estimula el flujo humano que tiende a volverse masivo en la medida que la curva de producción se potencia, precisamente, bajo el influjo de esa relación explosiva: demanda del producto, crecimiento de beneficios, reducción de costos, reducción de precios, crecimiento de la demanda de mano de obra que se convierte en impulso a la migración procedente de los territorios no industrializados, internos y externos al lugar en el que surge el disparo inicial. Así ha ocurrido y sigue ocurriendo en todo el mundo influido por la gravitación universal del capitalismo.
Así ha ocurrido y ocurre en el territorio social y económico de la floreciente economía de la República Dominicana. Los costos de la producción en República Dominicana, no alcanzan a rebajarse sensiblemente en función del aprovechamiento moderno de ultrapoderosas y avanzadas maquinarias, porque no contamos ni remotamente con la base tecnológica para desarrollar un industria capaz de producir esas maquinarias, adquirirlas puede resultar tan oneroso económicamente que nos colocaría fuera de la competetencia internacional, de modo que no sería ventaja aprovechable, la adquisición de esa maquinaria ultraavazada.
Nos resta, entonces, la ventaja de contar con mano de obra humana muy barata que si nos permite competir ventajosamente en la región. Luego de lo hasta aquí dicho, se comprenderá fácilmente, por qué no pasan de ser unos disparatosos, los comentaristas políticos y concursantes interactivos que en los programas radiales, pretenden hacer comparaciones entre los procesos económicos de los países nórdicos y otras economías compatibles con estas y las economías de los países retrasados en sus desarrollos.
La acumulación primaria del capital que ha dado paso a aquellas economías, capaces de explotar, precisamente, mediante sus capitales, la propia mano de obra ofrecida en nuestras naciones y sus territorios, no está, ni por asomo, disponible en estos territorios y sociedades suplidoras directas e indirectas de mano de obra.
Es por ello que República Dominicana no puede prescindir de su cantera casi inagotable de mano de obra semiesclavizada que le permite mantener un desarrollo capitalista primario, que la convierte en privilegiada economía de crecimiento único en la región.
La moral tan cuestionable de este proceso de explotación, viene aliviar la carga histórica, en función de esa consecuencia social inevitable que consiste en la apertura parcial de una ventana que mira hacia las oportunidad de insertarse en la civilidad económica del capitalismo, a las clases más depauperadas que son las peor explotadas, porque resultan ser, las que mayores ventajas ofrecen a partir de sus servicios como generadores de plusvalía.
Las torpezas teóricas de los denunciantes de estos procesos, que al mismo tiempo, pretenden respaldar las calidades del mismo proceso capitalista que denuncian, no hacen más que girar constantemente en un círculo vicioso, mientras se despedazan la cola a mordiscos.
Los procesos económicos de los Estados cuentan con dos alternativas faciles de identificar: El capitalismo del Estado o El Capitalismo privado. No es posible contar con un Estado capitalista que no explote mano de obra dentro de su propio territorio o fuera del mismo, mediante el comercio de su producción, dentro y fuera de su propio territorio.
Cuando llegue utilización de solo maquinarias robóticas, quizás arribaremos a un modelo de capitalismo distinto. No es más que disparatoserías místicas, supercherías, lo de imaginar un capitalismo sin explotación humana de mano de obra, sea esta puesta al servicio de El Capital, a distancias remotas de sus controles o en el mismo patio.
Cuando esa demanda creciente, precisa de cada vez de más mano de obra, al menor costo posible, se estimula el flujo humano que tiende a volverse masivo en la medida que la curva de producción se potencia, precisamente, bajo el influjo de esa relación explosiva: demanda del producto, crecimiento de beneficios, reducción de costos, reducción de precios, crecimiento de la demanda de mano de obra que se convierte en impulso a la migración procedente de los territorios no industrializados, internos y externos al lugar en el que surge el disparo inicial. Así ha ocurrido y sigue ocurriendo en todo el mundo influido por la gravitación universal del capitalismo.
Así ha ocurrido y ocurre en el territorio social y económico de la floreciente economía de la República Dominicana. Los costos de la producción en República Dominicana, no alcanzan a rebajarse sensiblemente en función del aprovechamiento moderno de ultrapoderosas y avanzadas maquinarias, porque no contamos ni remotamente con la base tecnológica para desarrollar un industria capaz de producir esas maquinarias, adquirirlas puede resultar tan oneroso económicamente que nos colocaría fuera de la competetencia internacional, de modo que no sería ventaja aprovechable, la adquisición de esa maquinaria ultraavazada.
Nos resta, entonces, la ventaja de contar con mano de obra humana muy barata que si nos permite competir ventajosamente en la región. Luego de lo hasta aquí dicho, se comprenderá fácilmente, por qué no pasan de ser unos disparatosos, los comentaristas políticos y concursantes interactivos que en los programas radiales, pretenden hacer comparaciones entre los procesos económicos de los países nórdicos y otras economías compatibles con estas y las economías de los países retrasados en sus desarrollos.
La acumulación primaria del capital que ha dado paso a aquellas economías, capaces de explotar, precisamente, mediante sus capitales, la propia mano de obra ofrecida en nuestras naciones y sus territorios, no está, ni por asomo, disponible en estos territorios y sociedades suplidoras directas e indirectas de mano de obra.
Es por ello que República Dominicana no puede prescindir de su cantera casi inagotable de mano de obra semiesclavizada que le permite mantener un desarrollo capitalista primario, que la convierte en privilegiada economía de crecimiento único en la región.
La moral tan cuestionable de este proceso de explotación, viene aliviar la carga histórica, en función de esa consecuencia social inevitable que consiste en la apertura parcial de una ventana que mira hacia las oportunidad de insertarse en la civilidad económica del capitalismo, a las clases más depauperadas que son las peor explotadas, porque resultan ser, las que mayores ventajas ofrecen a partir de sus servicios como generadores de plusvalía.
Las torpezas teóricas de los denunciantes de estos procesos, que al mismo tiempo, pretenden respaldar las calidades del mismo proceso capitalista que denuncian, no hacen más que girar constantemente en un círculo vicioso, mientras se despedazan la cola a mordiscos.
Los procesos económicos de los Estados cuentan con dos alternativas faciles de identificar: El capitalismo del Estado o El Capitalismo privado. No es posible contar con un Estado capitalista que no explote mano de obra dentro de su propio territorio o fuera del mismo, mediante el comercio de su producción, dentro y fuera de su propio territorio.
Cuando llegue utilización de solo maquinarias robóticas, quizás arribaremos a un modelo de capitalismo distinto. No es más que disparatoserías místicas, supercherías, lo de imaginar un capitalismo sin explotación humana de mano de obra, sea esta puesta al servicio de El Capital, a distancias remotas de sus controles o en el mismo patio.
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