La palabra "Ciencia", hecha acompañar de sus derivaciones y demás composiciones lexicales y semióticas, como los vocablos "científico", "ciencias del alma", "ciencias ocultas", "otras ciencias", etc., ha pasado a convertirse en obsesión cardinal para adoradores politeístas afanados en rendirle culto a por lo menos dos señores. Uno sería el Dios Creador Universal, y el otro al Dios de Las Ciencias. Creer en el primero, el más poderoso, el absoluto, no es difícil y rendirle adoraciones es un placer festivo que no demanda más esfuerzos que el de entregarse a la fé y jurarla. El otro, sin embargo, es un poquito más exigente y celoso. Este demanda que las cosas sobre las que dará constancia certificada de su realidad, sean materiales, medibles, existentes, verificables y contrastables frente al absurdo. Estas últimas cositas no son siempre pasibles de confirmacion, en cuyo caso pierden el grado de verosimilitud aceptable como existencia objetiva, real. Así que pierden sus derechos a certificación las virtudes místicas como las curaciones milagrosas, las resucitaciones humanas, las materializaciones espirituales y las violaciones a las leyes naturales de la física..Uno de los milagros más poderosos pero igualmente dudosos y celebrados con motivaciones para la explotación sarcásticas, burlas y sornas, ha sido el de la concepcion divina de mujeres que no precisaron de enjendros carnales para concebir algún embarazo. Este hecho, sin embargo, parece liberado ya de cuestionamientos, puesto que si ha sido demostrado que si puede una mujer resultar embarazada siguiendo un proceso de clonación autosómica. Salvado, entonces, este cuestionamiento ateísta.
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