Ningún estudio o referencia ha llegado alguna vez a los entornos de mis informaciones que de a entender que en algún lugar del cerebro de otros animales, distintos al reino humano, se contengan indicios de que alguna composición material guarde relación o memoria sobre cualquier aspiración o pretensión de perfeccionamiento divinal, tal como si se ha logrado ubicar una molécula genética y un centro cerebral que responden a la evolución biológica humana.
Sin embargo, lo que si conoce cualquier humano vivo y biológicamente consciente, es que todos los seres vivos, incluidas los del reino vegetal, responden sensiblemente, reaccionan y tienden a reproducirse y preservarse de las incidencias externas. Nadie, -hasta donde mi haya llegado-, tiene constancia de que los afanes biológicos de las aves, mamíferos, reptiles, peces, artrópodos y demás especies cuyas vidas son regidas por sistemas memorizados, tienden a desarrolar sistemas defensivos de sobrevivencia, aun más, sistemas de ataques preventivos, alimenticios, etc..
No contamos con sabidurías suficientes para determinar si esos sistemas implican algún grado de consciencia pre-divina. La palabra "instinto", suele aplicarse como un proceso propio de descalificación, de menosprecio y desprecio de posibles capacidades inteligentes registradas en especies animales tal como han sido ubicados en los centros cerebrales del ser humano. Las penas manifiestas por el dolor en animales como perros, aves, fieras, ratas, ballenas, delfines, elefantes, simios, etc., estos que con tan alto nivel de agresión defienden sus crias, denotan, claramente que sus cerebros siguen códigos de preservación tan intensos como los que caracterizan al mismo ser humano.
Esta es una verdad que se impone sin mayor discusión por la fuerza de las evidencias que todos hemos tenido la oportunidad de vivir, por encima de cualquier creencia o negación de la misma. Son hechos simples, materiales, visibles y coprobables desde el punto de vista de la más sencilla lógica natural, corriente, asentada en cualquier inteligencia humana. Quien está en capacidad para diferenciar más allá de una simple sospecha, entre la intervención de Dios en un caso y el otro, es decir, entre la decisión del cerebro humano y el de la ballena o el ratón ?. Cual de todas las especies está diseñada para llegar a la perfección y a cual le está vedado ese proceso ?.
Lo ciertisimo, lo innegable, lo indiscutible, lo racionalmente claro, evidente, es que toda la materia biológica sigue un curso, una inclinación, una tendencia hacia la multiplicación y mejoramiento continuo de sus capacidades para sobrevivir, sin que conozcamos aun teoría, ni siquiera conjetura o hipótesis que excluya de ese proceder a la misma especie humana, ni se conozca todavía si este comportamiento seguirá un curso eterno, de reclado. Por mi imaginación breve y dicharachera, me limito a sospechar que el Universo es un sistema termodinámicamente cerrado, autoreversible, dinámico, eterno, matemáticamente continuo, no cuántico.
Sin embargo, lo que si conoce cualquier humano vivo y biológicamente consciente, es que todos los seres vivos, incluidas los del reino vegetal, responden sensiblemente, reaccionan y tienden a reproducirse y preservarse de las incidencias externas. Nadie, -hasta donde mi haya llegado-, tiene constancia de que los afanes biológicos de las aves, mamíferos, reptiles, peces, artrópodos y demás especies cuyas vidas son regidas por sistemas memorizados, tienden a desarrolar sistemas defensivos de sobrevivencia, aun más, sistemas de ataques preventivos, alimenticios, etc..
No contamos con sabidurías suficientes para determinar si esos sistemas implican algún grado de consciencia pre-divina. La palabra "instinto", suele aplicarse como un proceso propio de descalificación, de menosprecio y desprecio de posibles capacidades inteligentes registradas en especies animales tal como han sido ubicados en los centros cerebrales del ser humano. Las penas manifiestas por el dolor en animales como perros, aves, fieras, ratas, ballenas, delfines, elefantes, simios, etc., estos que con tan alto nivel de agresión defienden sus crias, denotan, claramente que sus cerebros siguen códigos de preservación tan intensos como los que caracterizan al mismo ser humano.
Esta es una verdad que se impone sin mayor discusión por la fuerza de las evidencias que todos hemos tenido la oportunidad de vivir, por encima de cualquier creencia o negación de la misma. Son hechos simples, materiales, visibles y coprobables desde el punto de vista de la más sencilla lógica natural, corriente, asentada en cualquier inteligencia humana. Quien está en capacidad para diferenciar más allá de una simple sospecha, entre la intervención de Dios en un caso y el otro, es decir, entre la decisión del cerebro humano y el de la ballena o el ratón ?. Cual de todas las especies está diseñada para llegar a la perfección y a cual le está vedado ese proceso ?.
Lo ciertisimo, lo innegable, lo indiscutible, lo racionalmente claro, evidente, es que toda la materia biológica sigue un curso, una inclinación, una tendencia hacia la multiplicación y mejoramiento continuo de sus capacidades para sobrevivir, sin que conozcamos aun teoría, ni siquiera conjetura o hipótesis que excluya de ese proceder a la misma especie humana, ni se conozca todavía si este comportamiento seguirá un curso eterno, de reclado. Por mi imaginación breve y dicharachera, me limito a sospechar que el Universo es un sistema termodinámicamente cerrado, autoreversible, dinámico, eterno, matemáticamente continuo, no cuántico.
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