Los mecanismos biológicos que pone a valer la Divina Naturaleza, como aparente rueda de acertijos, implica que de vez en cuando, en cualquier agregación humana, de cualquier geografía mundial, surgen seres capaces de desarrollar cualidades humanas cuyos valores pueden ser apreciados por encima de los promedios a los que estamos acostumbrados. De esos casos emblemáticos, República Dominicana, como cualquier sociedad política y humana, ha tenido sus casos de nombres excepcionales cuyos nombres como científicos o literatos, han dejado sus aportes al mundo como marcas. Pedro Henriquez Ureña, Juan Bosch, Joaquín Balaguer y otros varios nombres, pueden ser citados como ejemplo de precocidad al destacarse como dedicados e ingeniosos que alcanzaron a despegarse a distancia de los demás productores y creadores en sus artes. En la actualidad, en estos días corrientes, se mueve por los corrillos de las artes literarias criollas, un joven que de pronto ha surgido como brotado de alguna corriente de arroyo rural, un jovezuelo poeta, acucioso, investigador, rebelde, presumido de filósofo pro-cristiano muy contestatario. Según sus publicaciones de redes sociales, habría nacido en 1994. Tras mis rudimentarias, rurales y casuales aficiones por las artes literias, he tenido la ocasión de hallarme con algunas de "las cosas de este muchacho". Hasta donde alcanzo a mirar, vislumbro en el mismo, un nuevo caso de excepción en el que el arte y el eintelecto dominicano, ha de poner su atención. Este carajo se las trae al escribir. Personalmente, no lo quiero demasiado porque le gusta practicar un implacable bocadurismo contra lo que desprecia como ejercicio inapropiado de la poesía y otras producciones literarias. Es bastante rudo al hacer criticas, porque también es muy dedicado y certero en la práctica de la crítica literaria.
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