A partir del proceso del establecimiento real del Estado Dominicano, es decir, a partir de la entrega definitiva por parte de España de la administración oficial de los negocios dominicanos a los criollos dominicanos, el proceso de desarrollo económico, desde su situación semifeudal hasta estos días de incipiente y rudimentario capitalismo semi-colonial, ha estado sustentado en la explotación desigual de la creciente mano de obra campesina, tanto de dominicanos como de haitianos,
Los haitianos, hasta hace algún par de años, siempre estuvieron en muy mayor número de individuos, igualmente en muy peores condiciones de explotación desde el regimen de esclavitud, Siendo así, su población obrera ha sido mucho más vulnerable a la explotación laboral descompensada económicamente, medida de descompensación que es la medida del crecimiento capitalista que favoreces al capital personal que se acumula en las arcas de Estados, empresas y personas.
Ha sido así, como el capital dominicano del Estado, empresas y personas particulares, ha crecido de modo explosivo durante los períodos de aprovechamientos mejor rendidos, a través, en primer lugar, de la explotación de la mano obrera, principalamente en la producción de azúcar crudo, lo mismo que, en menor medida, en otros rubros agrícolas.
Hoy, esa explotación masiva continúa, se hace intensa y se extiende tras el inmejorable crecimiento que en los últimos 50 años viene experimentando la economía dominicana como consecuencia del mejor aprovechamiento de esa mano de obra haitiana que no exige prestaciones laborales controladas por el Estado y que cada vez se dispone con mayor presión de necesidad buscando ser empleada.
El Estado Dominicano junto al desarrollo de su incipiente creciemiento industrial, muy consciente de ello, lo aprovecha, lo beneficia con avidez oportuna y hace caso omiso de las presiones neofascistas y pruritos del chovinismo criollo.
No obstante, ante las presiones de éstos, se llegó ha hacer unos amaracos atropelladamente pseudolegales, a través de sentencias fundadas en creaciones de términos idiomáticos inexistentes y otros artificios propios de la chicana jurídica para hacer el bulto mediático necesario que complaciera los efectos electorales de la clase media desesperada por los beneficios de la productividad rendida por la explotación de la mano de obra haitiana pero, al mismo tiempo, sin querer mirar su presencia ni aceptar la necesidad de alimentarlos, darles cobija, salud y reproducirlos para que sigan rindiendo sus ventajosas baraturas de mano de obra.
Es conducta propia de descabezados mentales.Esos descabezados, en formación de casi turbas, fueron permitidos y hasta azuzados en su momento por ciertos sectores del electoralismo partidario del PLD, en consonancia con los reclamos del puritanismo intelectual embutido entre las jardinerías poéticas, históricas y mediáticas.
Locutores, vocingleros pagados del mediatismo radial y televisivo interactivo y fanáticos del desportivismo electoral, fueron embutidos, atosigados y deformados pasándolos de idealistas soñadores con flores a abyectos instrumentos de promoción de ese fascismo en el que, sin embargo, no cayeron los mismos cerebros que los manejaron y los sometieron a tantas frustraciones ideológicas que hoy, esos mismos muladares en los que los hicieron beber, hoy son llamados a secarlos y limpios.
Sólo los científicos estudiosos de las Ciencias Económicas, supieron cubrirse prudentemente, conscientes del peligro de darles cuerdas a las locuras de ese fanatismo electoralista. El proceso económico beneficiado por la explotación masiva de esa mano de obra, permitió e impulsó la reelección del PLD en el poder por cuarta vez consecutiva.
Los vocingleros, fanáticos, y abyectos locoviejos, han tenido que pasar a rumiar su regurgitaciones y algunos que aun lucen resistentes, no les queda más que encuevarse hasta que resuciten las greñas rubias del antiahaitianismo y el antinegrismo de los mulatos y mulatas avergonzados de ser ellos mismos y soñando con ser enamorados por, quizás, Donal Trump porque no creo que ya ni Don Mario Vinicio esté muy en eso, mucho menos Milton Ray, Roberto Rosario, Adriano Miguel ni Doña Inés Aizpún..
Los haitianos, hasta hace algún par de años, siempre estuvieron en muy mayor número de individuos, igualmente en muy peores condiciones de explotación desde el regimen de esclavitud, Siendo así, su población obrera ha sido mucho más vulnerable a la explotación laboral descompensada económicamente, medida de descompensación que es la medida del crecimiento capitalista que favoreces al capital personal que se acumula en las arcas de Estados, empresas y personas.
Ha sido así, como el capital dominicano del Estado, empresas y personas particulares, ha crecido de modo explosivo durante los períodos de aprovechamientos mejor rendidos, a través, en primer lugar, de la explotación de la mano obrera, principalamente en la producción de azúcar crudo, lo mismo que, en menor medida, en otros rubros agrícolas.
Hoy, esa explotación masiva continúa, se hace intensa y se extiende tras el inmejorable crecimiento que en los últimos 50 años viene experimentando la economía dominicana como consecuencia del mejor aprovechamiento de esa mano de obra haitiana que no exige prestaciones laborales controladas por el Estado y que cada vez se dispone con mayor presión de necesidad buscando ser empleada.
El Estado Dominicano junto al desarrollo de su incipiente creciemiento industrial, muy consciente de ello, lo aprovecha, lo beneficia con avidez oportuna y hace caso omiso de las presiones neofascistas y pruritos del chovinismo criollo.
No obstante, ante las presiones de éstos, se llegó ha hacer unos amaracos atropelladamente pseudolegales, a través de sentencias fundadas en creaciones de términos idiomáticos inexistentes y otros artificios propios de la chicana jurídica para hacer el bulto mediático necesario que complaciera los efectos electorales de la clase media desesperada por los beneficios de la productividad rendida por la explotación de la mano de obra haitiana pero, al mismo tiempo, sin querer mirar su presencia ni aceptar la necesidad de alimentarlos, darles cobija, salud y reproducirlos para que sigan rindiendo sus ventajosas baraturas de mano de obra.
Es conducta propia de descabezados mentales.Esos descabezados, en formación de casi turbas, fueron permitidos y hasta azuzados en su momento por ciertos sectores del electoralismo partidario del PLD, en consonancia con los reclamos del puritanismo intelectual embutido entre las jardinerías poéticas, históricas y mediáticas.
Locutores, vocingleros pagados del mediatismo radial y televisivo interactivo y fanáticos del desportivismo electoral, fueron embutidos, atosigados y deformados pasándolos de idealistas soñadores con flores a abyectos instrumentos de promoción de ese fascismo en el que, sin embargo, no cayeron los mismos cerebros que los manejaron y los sometieron a tantas frustraciones ideológicas que hoy, esos mismos muladares en los que los hicieron beber, hoy son llamados a secarlos y limpios.
Sólo los científicos estudiosos de las Ciencias Económicas, supieron cubrirse prudentemente, conscientes del peligro de darles cuerdas a las locuras de ese fanatismo electoralista. El proceso económico beneficiado por la explotación masiva de esa mano de obra, permitió e impulsó la reelección del PLD en el poder por cuarta vez consecutiva.
Los vocingleros, fanáticos, y abyectos locoviejos, han tenido que pasar a rumiar su regurgitaciones y algunos que aun lucen resistentes, no les queda más que encuevarse hasta que resuciten las greñas rubias del antiahaitianismo y el antinegrismo de los mulatos y mulatas avergonzados de ser ellos mismos y soñando con ser enamorados por, quizás, Donal Trump porque no creo que ya ni Don Mario Vinicio esté muy en eso, mucho menos Milton Ray, Roberto Rosario, Adriano Miguel ni Doña Inés Aizpún..
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