lunes, 11 de febrero de 2019

ESENCIA MATERIAL DEL UNIVERSO, COMPATIBILIDAD CRISTIANA

 Así, infinito es el número de los  inasibles cordeles de los que pende la esencia material del Universo. Del mismo modo transcurren las inciertas razones que reglan el orden de la vida en sociedad, inductora esta de los impulsos destinados a  preservar, multiplicar y volver cada vez más eficiente esta expresión de la naturaleza que consignamos y valoramos alta y precisamente como "la vida".

 Los hombres que dedican esfuerzos y capacidades de sus inteligencias a la impulsión y preservación  de los fundamentos en los que se apoyan esos procesos, la sociedad humana los exalta como virtuosos conductores a los que rinde cultos y llega hasta a imaginar en su favor una  maximización o exageración de las mismas potestades que les concede. 

Obedece esta actitud a un instinto material altamente evolucionado desde el cual se alimenta el florecimiento en todos los órdenes de la biología social de todas las especies que alcanzan a desarrollar algún nivel de inteligencia en el tránsito material de su evolución lógica.

Desde estas premisas parte la concepción imaginaria de seres sobrenaturales, ideales, capaces de cumplir supuestamente con las prestaciones idealizadas por la imaginación más exigente de los hombres. 


Así surge el concepto idealizado de seres supremos, capaces de encarnar todas las virtudes deseables y demandadas por la imaginación colectiva. Cuanto más virtuoso alcanzara a ser, igual crecería su aceptación popular. Es este un axioma de ineludible valor que a su paso mueve la rueda del desarrollo antropológico en la materia que nos conforma.

Un ser, real o simplemente concebido humano por la imaginación colectiva de alguna aglomeración social capaz de acercarse al cumplimiento de aquellos reclamos ideales, ha sido el del comportamiento atribuido a Jesús de Galilea, El Cristo o Mesías adoptado por una gran conjunción social históricamente fuerte y extendida por la geografía del medio oriente y desde allí hacia gran parte de la civilización occidental, primordialmente, bajo la fuerza de una predicación nunca más poderosa y convincente para ser atesorada como virtud inexpugnable por la inteligencia de  las grandes mayorías humanas.
   

"Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los
cielos."


Este contenido extremadamente convincente, se convierte en carisma irrefutable, una aspiración antropológica que es numen o semen esencial del impulso vital: alcanzar lo máximo alcanzable, lo máximo existente, el motivo último de la propia vida, el lujo de alcanzar la meta más encumbrada, ser miembro privilegiado del reino ideal, la máxima aspiración imaginable.


  
"Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación."

El acto de llorar es signo inequívoco de abatimiento biológico, material y psíquico, sin embargo nuestro conductor elegido conoce el potencial tras el que de recuperación ideal que subyace en el hombre atropellado que es parte del amortiguamiento instintivo que se cultiva en el proceso de la evolución positiva  por la preservación de la vida y la especie. Tras ese abatimiento, igual se nos garantiza esa consolación que deseamos y esperamos a partir de nuestra asociación con nuestro virtuoso conductor. 



"Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad."

La mansedumbre libra de esfuerzos y fatigas, todos los seres vivos demandan energías liberadas con esfuerzos que generan fatigas físicas, biológicas y sociales.

Las promesas que nos garantizan oportunidades libres de esfuerzos, siendo mansos

es un privilegio antropológico que empuja la extensión del objeto de vivir sin arriesgarnos a la fatiga total que conduce a la muerte biológica de nuestra existencia. Mansedumbre es sinónimo de paz y concordia. Son estos elementos los constituyentes ontológicos que signan el predicamento religioso cristiano.
"Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados."
 

Ningún elemento  de la vida en sociedad resultaría más oportuno que la fe puesta en la justicia, ese equilibrio pacificador, de fundado en esa inteligencia social que previene la necesidad de la armonía de la vida en sociedad y sus razones que justifican los rendimientos de la sinergia colectiva.


"Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia."

La misericordia es sinónimo de solidaridad y reconocimiento a las ventajas de asegurar las fuerzas colectivas y sinérgicas de la armonía y el parejo equilibrio.

" Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios"

Desde ya reconocido "Dios" como el objetivo o aspiración más encumbrada imaginable, imitable y deseado por alcanzar, verlo, acercarse y vincularse tanto hasta llegar a la ventura de ser parte misma de él mismo, queda convertido en el culmen de la razón de la vida. Así que ese encuentro ha de superar todos los motivos para sobrevivir. Ser limpio de corazón, libre de pensamientos contrarios a las direcciones divinas asegura ese saldo premiado.


"Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios"
 

Concebida la paz social entre los componentes del colectivo humano, esa que garantiza los equilibrios precisos para alcanzar los máximos rendimientos definidos en la dinámica física material que rige en todo el Universo, son así convocados todos los hombres a convertirse en pacificadores y el consecuente discurso los nombra nada menos que "hijos de Dios", es decir se les ofrece un reconocimiento de altísimo valor, tanto como el de formar parte de la estirpe perfecta, la de ser hijos del ente ideal, el paradigma fundamental de nuestra cultura espiritual.  

"Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos."

Es más que obvia la verdad que implica la correcta interpretación de este mensaje cortado sin completar la auténtica alusión que busca referirse a "la justicia atropellada, e irónica, es decir las persecusiones injustas. Esas que caracterizan el despotismo de los tribunales  y procesos abusadores llevados a cabo contra los humildes, procesos que dañan o contaminan los procesos sociales más eficientes en favor del vivir en sociedad.


"Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo".

Si bien este mensaje constituye una conminación a practicar y predicar los mensajes expuestos, es obvio que de paso condena la mentira y los denuestos que imputen injustamente a quienes se dediquen a promover el convencimiento de los beneficios sociales implicados en todo este conjunto de códigos dirigidos a asegurar el fortalecimiento de la vida en sociedad.




"Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros."

"Alegría y gozos" son los signos propios de las mayores satisfacciones vitales, personales y sociales, estos que fortalecen los estímulos biológicos antropomorfos, como tales proveen los fines inmediatos, convincentes de que lo logrado es parte de la meta que conduce al fin último: la vida divina.

"Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres."

Este es un halago harto complaciente tras el que se advierte que los hombres contituiríamos la esencia fundamental de La Tierra, es decir, nuestra presencia es tan importante

"Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder."

Quien puede resistirse a ser nombrado "La luz del mundo"? 


Sencillamente, nadie se resistiría a ser considerado como tal, así que se nos exalta de nuevo hasta el tope, ello nos conmina a sentirnos imprescindibles y necesario de ser colocados en los más  altos cerros de la perfección humana.


"Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen"

Nada más noble que cubra el pensamiento y sentir humanos y superiormente humanlpuede llamarse a practicar más allá de nuestro entorno de lucha terrenal. 

Jesús nos enseña tras su predicamento a devolver bien por mal. 

Es reiterativo, en esto es auténticamente sano y superior. Es como si en este párrafo se resumiera toda la doctrina cristiana y fuera el mismo resumen suficiente para justificar todo el acervo místico, filosófico y práctico de la conversión a la práctica social cristiana como orden lógica de vida en sociedad.
"para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos."

Una y otra vez Jesús insiste en citar esa condición que nos asigna de hijo de Dios, de la que, tal como antes lo expresara, es una aspiración máxima de acercarnos a formar parte de su propia jerarquía universal.


"Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos?"

Mensaje en el que se nos reclama hacer esa separación que pone distancia entre la sociedad de los publicanos o subastadores de las obligaciones impositivos.



"Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen también así los gentiles?"

Arenga perfecta que nos coloca en posición de seres superiores a sus semejantes insertos en el conglomerado social de "los gentiles", es decir nos llama a reconocernos superiores, incluso, ante nuestros propios congéneres.



".Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto."

Este es un llamado tras el que se deja implícito un reconocimiento hecho por cuenta del mismo Jesús de que contamos con el potencial necesario para ser seres "perfectos". Nadie puede evitar sentirse humanamente recompensado con una alusión de tal poder de convencimiento y complacencia.


Leídos hasta aquí estos asertos traídos del más trascendente discurso recogido en las escrituras bíblicas cristianas y atribuído a una de las supuestas tantas otras improvisaciones escenificadas por la misma persona del considerado hijo de Dios por la mayoría de las auto=denominaciones  cristianas. 

Estas declaraciones, ciertas o inciertas, constituyen la base moral de la formación cristiana mejor acendrada, la más pura y racional, puede afirmarse que el cristianismo funda una cultura moral más que mística, racional y objetiva en torno a la necesidad humana de desarrollar y mantener en pie los criterios de la convivencia en sociedad como ordenamiento material del más alto rendimiento, es decir lo más útil para la humanidad vista en función de la preservación de la especie y su perfeccionamiento, 

Así pues, puede afirmarse sin temor que sus códigos fundamentales levantan, sientan y cultivan permanentemente la plataforma moral de unos valores que materialmente medidos fuera que aislándolos de las supersticiones y fantasías místicas, de cuyas partes contenidas en el discurso tomado como fuente, hemos prescindido, precisamente para evitar contaminar esta exégesis material con subjetivismos impropios del racionalismo lógico y positivo concernidos en la concepción de este extracto. 

De tal forma queda establecido que se puede ser seguido de los códigos cristianos, es decir ser cristiano, aun el personaje mismo del Jesús mesiánico haya o no haya existido como persona real en carnes y huesos, fuera solo una idealización lograda como arte de la literatura y las ideas concebidas y plasmada a  través de incontables pensadores de la época en las que fueron concebidas así como el traslado desde las tradiciones acumuladas desde  épocas anteriores. 

No puede ni debe atribuirse, por tanto, a las ideas del cristianismo, ningún conjunto de aberraciones morales, históricas ya, que suelen propalarse desde distintas concepciones religiosas o no religiosas como muchas que parten de algunos movimientos de militancias ateístas, metafísicos, islámicos y hasta las que surgen internamente desde los entornos de las distintas sectas cristianas, entre las que se escuchan y leen los más despiadados y groseros insultos, tan descabellados como las ideas que surgen de las peores intolerancias propia del fanatismo absurdo y fantasioso del misticismo y la superchería religiosos .
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