lunes, 11 de febrero de 2019

PROSTITUCIÓN

Una de las experiencias acumuladas, de las aun resguardadas ante la decadencia que signan la biología y el tiempo, que más valoro como triunfal condecoración de mi envejecimiento, es la capacidad desarrollada en el arte de alumbrar y definir las sutilezas que marcan diferencias entre el conservadurismo social, moralista, religioso dogmático, Vs. el racionalismo biologicista. Algunos liberalistas sociales modernos, admiten y abogan por las libertades sociales en torno a las preferencias sexuales manifiestas por los seres humanos como resultado de marcas biológicas naturales o simplemente culturales. Una de ellas, históricamente muy reconocida y documentada, es la nombrada ¨prostitución¨. Ocurre que hoy los marcos sociales consensuados casi universalmente, han dado y convenido en liberar y asumir como derechos formales la selección o preferencia en torno los placeres sexuales aprovechados de distintas formas por hombres y mujeres, (hasta del derecho y libertad de los niños y adolescentes ya se debate). Como consecuencia de este destape y sus desparpajes, también surgen las mediatizaciones y los extremismos propuestos. Se liberalizan los derechos matrimoniales y los concomitantes en torno a la familia, etc. Entre las mediatizaciones, surgen las posiciones muy liberales, expresivos y activas en la promoción, defensa, moralización y deontologización de sus causas. No obstante, estos mismos agentes activos, del mismo modo, con la misma vehemencia que acuden en defensa de sus proposiciones, lo hacen al condenar y denostar de distintas formas, las variantes que dentro del liberalismo ideológico, moral e intelectualmente se acogen, no les resultan  lo suficientemente simpáticos o moralmente, admisibles por los filtros religiosos de sus formaciones familiares, escolares y sociales locales en general. Así vemos como Patricia Báez Periodista deja su condenación velada sobre el ejercicio de la prostitución, la empareja con el contenido semántico de libertinaje y lo estereotipa sin mencionarlo con lo que los dominicanos conocemos como "bagabundería o sinvergüencería". Me encanta descubrir que la vejez nos permite discernir entre plumones de polluelos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario