domingo, 10 de febrero de 2019

NOTAS EVANGÉLICAS PARA ANÁLISIS

“Cuando Jesús llegó a la región de Cesarea de Filipo, hizo esta pregunta a sus discípulos: – ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?…. Ellos dijeron: – Unos, que Juan el Bautista, otros, que Elías, otros, que Jeremías o alguno de los profetas. Les dice Jesús: – Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?… “ (Mateo 16, 13-15)“Así, todo el que escucha las palabras que acabo de decir y las pone en práctica, puede compararse a un hombre sensato que edificó su casa sobre roca. Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa; pero ésta no se derrumbó porque estaba construída sobre roca. Al contrario, el que escucha mis palabras y no las practica, puede compararse a un hombre insensato, que edificó su casa sobre arena. Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa: ésta se derrumbó, y su ruina fue grande” (Mateo 7, 24-27)“Por lo tanto, si estás para presentar tu ofrenda en el altar, y te acuerdas de que tu hermano tiene alguna queja contra ti, deja allí mismo tu ofrenda, y vete antes a reconciliarte con tu hermano; después vuelve y presenta tu ofrenda” (Mateo 5, 23-24)

“Aprendan de mí que soy manso y humilde de corazón”. (Mateo 11, 29)

Tengan cuidado de no practicar su justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos: de lo contrario, no recibirán ninguna recompensa del Padre que está en el cielo. Por lo tanto, cuando des limosna, no lo vayas pregonando delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser honrados por los hombres. Les aseguro que ellos ya tienen su recompensa. Cuando tú des limosna, que tu mano izquierda ignore lo que hace la derecha, para que tu limosna quede en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. (Mateo 6, 1-4)

“Cuando ustedes digan “sí”, que sea sí, y cuando digan “no”, que sea no. Todo lo que se dice de más, viene del Maligno”. (Mateo 5, 37)

“Si tu ojo derecho es para ti una ocasión de pecado, arráncalo y arrójalo lejos de ti: es preferible que se pierda uno solo de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea arrojado a la Gehena. Y si tu mano derecha es para ti una ocasión de pecado, córtala y arrójala lejos de ti: es preferible que se pierda uno solo de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea arrojado a la Gehena”. (Mateo 5, 29-30)

“Ustedes son la sal de la tierra. Pero si la sal pierde su sabor, ¿con qué se la volverá a salar? Ya no sirve para nada, sino para ser tirada y pisada por los hombres…. Ustedes son la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad situada en la cima de una montaña. Y no se enciende una lámpara para meterla debajo de un cajón, sino que se la pone sobre el candelero para que ilumine a todos los que están en la casa. Así debe brillar ante los ojos de los hombres la luz que hay en ustedes, a fin de que ellos vean sus buenas obras y glorifiquen al Padre que está en el cielo”. (Mateo 5, 13-16)

Cuando Jesús bajó de la montaña, lo siguió una gran multitud. Entonces un leproso fue a postrarse ante él y le dijo: “Señor, si quieres, puedes purificarme”. Jesús extendió la mano y lo tocó, diciendo: “Lo quiero, queda purificado”. Y al instante quedó purificado de su lepra. (Mateo 8, 1-3)

Tengan cuidado de no practicar su justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos: de lo contrario, no recibirán ninguna recompensa del Padre que está en el cielo. Por lo tanto, cuando des limosna, no lo vayas pregonando delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser honrados por los hombres. Les aseguro que ellos ya tienen su recompensa. Cuando tú des limosna, que tu mano izquierda ignore lo que hace la derecha, para que tu limosna quede en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. (Mateo 6, 1-4)

Felices los ojos de ustedes, porque ven; felices sus oídos, porque oyen. Les aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que ustedes ven, y no lo vieron; oír lo que ustedes oyen, y no lo oyeron“ ( Mateo 13, 16-17).

Entren por la puerta estrecha, porque es ancha la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que van por allí. Pero es angosta la puerta y estrecho el camino que lleva a la Vida, y son pocos los que lo encuentran” (Mateo 7, 13-14).

¡Ay de ti, Corozaín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si los milagros realizados entre ustedes se hubieran hecho en Tiro y en Sidón, hace tiempo que se habrían convertido… Yo les aseguro que, en el día del Juicio, Tiro y Sidón serán tratadas menos rigurosamente que ustedes… (Mateo 11, 21-24)

Todo lo que deseen que los demás hagan por ustedes, háganlo por ellos: en esto consiste la Ley y los Profetas.” (Mateo 7, 12)

Vengan a mí todos los que están fatigados y sobrecargados, y yo les daré descanso. Tomen sobre ustedes mi yugo, y aprendan de mí que soy manso y humilde de corazón; y hallarán descanso para sus almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera.”  (Mateo 11, 27-28)

Nadie puede servir a dos señores: necesariamente odiará a uno y amará al otro; o bien, cuidará al primero y despreciará al otro. Ustedes no pueden servir al mismo tiempo a Dios y al Dinero” (Mateo 6, 24)

Ustedes saben que los jefes de las naciones actúan como dictadores, y los que ocupan cargos abusan de su autoridad. Pero no será así entre ustedes. Al contrario. El que de ustedes quiera ser grande, que se haga el servidor de ustedes, y si alguno de ustedes quiere ser el primero, que se haga el esclavo de todos” (Mateo 20, 25-27)No juzguen, para no ser juzgados. Porque con el criterio con que ustedes juzguen se los juzgará, y la medida con que midan se usará para ustedes. ¿Por qué te fijas en la paja que está en el ojo de tu hermano y no adviertes la viga que está en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: “Deja que te saque la paja de tu ojo”, si hay una viga en el tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la paja del ojo de tu hermano.” (Mateo 7, 1-5)

No juzguen, para no ser juzgados. Porque con el criterio con que ustedes juzguen se los juzgará, y la medida con que midan se usará para ustedes. ¿Por qué te fijas en la paja que está en el ojo de tu hermano y no adviertes la viga que está en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: “Deja que te saque la paja de tu ojo”, si hay una viga en el tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la paja del ojo de tu hermano.” (Mateo 7, 1-5)

“Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo: el que come de este pan, vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo…  Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, habita en mí y yo en él” (Juan 6, 51.55-56).

“Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo único, para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna”. (Juan 3, 16)

 En verdad te digo: El que no renace del agua y del Espíritu, no puede entrar en el Reino de los cielos. Lo que nace de la carne es carne, lo que nace del Espíritu es espíritu… Necesitan nacer de nuevo desde arriba” (Juan 3, 5-6.7b)


Yo soy el Pan de Vida. El que viene a mí jamás tendrá hambre; el que cree en mí jamás tendrá sed”. (Juan 6, 34)


Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la Vida”. (Juan 8, 12)

Yo soy la puerta. El que entra por mí se salvará; podrá entrar y salir, y encontrará su alimento”. (Juan 10, 9)

Yo soy el buen Pastor. El buen Pastor da su vida por las ovejas”.  (Juan 10,11)

Yo soy la vid, ustedes los sarmientos. El que permanece en mí, y yo en él, da mucho fruto, porque separados de mí, nada pueden hacer”.   (Juan 15, 5)

Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre, sino por mí”.  (Juan 14, 5)

Yo soy la Resurrección y la Vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás”. (Juan 11, 25-26)

“Jesús les dijo de nuevo: “¡La paz esté con ustedes! Como el Padre me envió a mí, yo también los envío a ustedes”. Al decirles esto, sopló sobre ellos y añadió: “Reciban el Espíritu Santo… “. (Juan 20, 21-22)


“¿Por qué miras la paja que hay en el ojo de tu hermano y no ves la viga que está en el tuyo? ¿Cómo puedes decir a tu hermano: “Hermano, deja que te saque la paja de tu ojo”, tú que no ves la viga que tienes en el tuyo? ¡Hipócrita!, saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la paja del ojo de tu hermano” (Lucas 6, 41-42)

“Ese día, dos de los discípulos iban a un pequeño pueblo llamado Emaús… Mientras conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó y siguió caminando con ellos. Pero algo impedía que sus ojos lo reconocieran. Él les dijo: “¿Qué comentaban por el camino?”. Ellos se detuvieron, con el semblante triste, y uno, llamado Cleofás, le respondió: “¡Tú eres el único forastero en Jerusalén que ignora lo que pasó en estos días!… “Lo referente a Jesús, el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y en palabras delante de Dios y de todo el pueblo, y cómo nuestros sumos sacerdotes y nuestros jefes lo entregaron para ser condenado a muerte y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que fuera él quien librara a Israel… Jesús les dijo: “¡Hombres duros de entendimiento, cómo les cuesta creer todo lo que anunciaron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías soportara esos sufrimientos para entrar en su gloria?”. Y comenzando por Moisés y continuando con todos los Profetas, les interpretó en todas las Escrituras lo que se refería a él.”  (Lucas 24, 13-27)

6.1.3 Antes de forzar a los discípulos a elegir (Lc 9,18 - 22) Pues bien mientras estaba él orando solo, y los discípulos estaban reunidos con él, les interrogó diciendo: ¿Quién dice la gente que soy yo? Ellos respondieron: Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, que algún profeta de los antiguos ha resucitado. Él les dijo: ¿Y vosotros, quién decís que soy? Pedro respondió y dijo: El Cristo de Dios. Pero él les mandó que a nadie dijeran esto, encargándoselo rigurosamente, diciendo que el Hijo del hombre tiene que sufrir mucho, ser rechazado por los ancianos y los sumos sacerdotes y los escribas, ser matado y resucitar al tercer día. 

6.2 ¿Cómo era la oración? (Lc 11, 1ss.) Aconteció que estaba Jesús orando en un lugar y, cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: Señor, enséñanos a orar, como también Juan enseñó a sus discípulos. Él les dijo: Cuando oréis, decid: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu Reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todos los que nos ofenden. Y no nos dejes cae en tentación, mas líbranos del mal". 


6.3.1 La oración de alabanza por la realización de la misión (Lc 10,21-22) En aquella misma hora Jesús se regocijó en el Espíritu, y dijo: "Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y entendidos y las has revelado a los niños. Sí, Padre, porque así te agradó. "Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre; y nadie conoce quién es el Hijo, sino el Padre; ni quién es el Padre, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar".


6.3.2 La oración en favor de Pedro tentado (Lc 22, 31-32) Simón, Simón, mira que Satanás os ha reclamado para zarandearos como a trigo; pero yo he rogado por ti, para que tu fe no desfallezca; pero tú, una vez convertido, fortalece a tus hermanos.


6.3.3 La oración en el monte de los olivos (Lc 22, 39-46) Salió y se fue, como solía, al monte de los Olivos; y sus discípulos lo siguieron. Y cuando llegó a aquel lugar, les dijo: Orad para que no caigáis en tentación. Se apartó de ellos a distancia como de un tiro de piedra, y puesto de rodillas oró, diciendo: "Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya". Entonces se le apareció un ángel del cielo para fortalecerlo. Lleno de angustia oraba más intensamente, y era su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra. Cuando se levantó de la oración y fue a sus discípulos, los halló durmiendo a causa de la tristeza; y les dijo: ¿Por qué dormís? Levantaos y orad para que no caigáis en tentación.


 6.3.4 La oración del perdón (Lc 23, 34-35) Cuando llegaron al lugar llamado de la Calavera, lo crucificaron allí, y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. Jesús dijo: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”. Después se repartieron su ropa sorteándola entre ellos

e”90. 6.3.5 La oración en la cruz (Lc 23, 46-49). Cuando era como la hora sexta, hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena. El sol se oscureció y el velo del Templo se rasgó por la mitad. Entonces Jesús, clamando a gran voz, dijo: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Habiendo dicho esto, expiró. Cuando el centurión vio lo que había 89 FAUSTI, S., Op Cit. Pp. 762. 90 Ídem. 53 acontecido, dio gloria a Dios diciendo: “Verdaderamente este hombre era justo”. Toda la multitud de los que estaban presentes en este espectáculo, viendo lo que había acontecido, se volvían golpeándose el pecho. Pero todos sus conocidos, y las mujeres que lo habían seguido desde Galilea, estaban mirando estas cosas de lejos


“Al caer la tarde, la barca estaba en medio del mar y Jesús permanecía solo en tierra.  Al ver que remaban muy penosamente, porque tenían viento en contra, cerca de la madrugada fue hacia ellos caminando sobre el mar, e hizo como si pasara de largo. Ellos, al verlo caminar sobre el mar, pensaron que era un fantasma y se pusieron a gritar, porque todos lo habían visto y estaban sobresaltados. Pero él les habló en seguida y les dijo: “Tranquilícense, soy yo; no teman”.  Luego subió a la barca con ellos y el viento se calmó. (Marcos 6, 47-51)

No es la gente sana la que necesita médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores” (Marcos 2, 17)

El que quiera seguirme, que me renuncie a sí mismo, tome su   cruz y me siga. Pues el que quiera asegurar su vida la perderá, y el que sacrifique su vida por mí y por el Evangelio, la salvará” (Marcos 8, 34-35)

¿De qué le sirve a uno si ha ganado el mundo entero, pero se ha destruido a sí mismo? ¿Qué podría dar para rescatarse a sí mismo?” (Marcos 8, 36-37)

“El hombre que había estado endemoniado le pidió que lo dejara quedarse con él. Jesús no se lo permitió, sino que le dijo: “Vete a tu casa con tu familia, y anúnciales todo lo que el Señor hizo contigo al compadecerse de ti” (Marcos 5, 18-19)


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