lunes, 11 de febrero de 2019

MAS RELATOS ANTROPOMORFOS

 Kreyton de 28 años y Telvis de 19 son padres de una infante. Durante las horas del trabajo y de estudios, Telva, de 36, madre de Telvis, es mujer cristianamente muy arreglada,  cubre todos los servicios domésticos necesarios. Kreyton no terminó su carrera de Ingeniería de Redes,  ejerce como vendedor de equipos y servicios informáticos, regularmente cuenta con tiempo para pasar por la casa, cumplir algunos asuntos domésticos apropiados y asistir a Telva en algunas diligencias relacionadas con sus obligaciones comerciales de digitación y corrección de estilo que sirve a estudiantes universitarios. Desde los tiempos de los dos últimos  meses de embarazo de Telvis, aumentaron los encuentros casuales entre Telva y Kreyton, los que han seguido luego del parto. Telvis observó algunas señales que aunque les parecieron increíbles, decidió volver del trabajo una mañana y confirmó lo francamente esperado.



XV

Manón, setentón quien arrastraba una larga familia, ha casi comprado el acompañamiento de Cira, de treintaiseis, quien sobrevivía duramente mercadeándose y a punto de tasar a sus tres hijas mayores, vivía junto a una infante que había  concebido junto a un guardacampestre que no volvió después de unos meses de haberla traído, ya listas,  entre los trece y dieciseis, como mercancía fresca, luego de llegar de tan deprimida zona del Cibao Adentro. Abundaron las miradas ansiosas sobre la miseria reluciente en niñas vírgenes a punto de madurar en un hogar ajustado a una economía extremadamente depauperada. Manón, heredero de importantes predios bien beneficiados por una obrería de origen haitiano mucho peor signada, les garantizaba tranquilidad alimentaria y definidas consideraciones a la vista. Desde hacía meses, ya los mozos urbanos que conocían de la presencia de las doncellas en el paraje rural, hacían rondas tratando de mostrar sus presencias. Manón no se oponía del todo, sin embargo, supo marrullar al mismo tiempo de picarlas a las tres como daño de mariposas. Cira facilitaba su ceguera intencionada mientras diligenciaba compromisos domésticos que le urgían llegar a los mismos arroyos a los que bajaban a refrescarse más de uno de los vecinos. Las muchachas pronto se alzaron, una con un gurdia, otra con el maestro, la tercera con un bien trabajado agricultor y criador. Pura es verdad es que acusaron respetables comportamientos que las llevaron a ser consideradas madres de familias. Cira volvió por dos de las demás hijas dejadas pequeñas cuando abandonó su lar nativo. Manón las peligró ambas, Las cinco cuentan con hijos a los que Manón siempre distinguió con preferencias y amor de hijos propios.


XVI

Cantera crió sus doce hijos junto a su siempre marido  Cuarxo. El pueblo descontaba que de sangre serían por lo menos nueve más entre quienes se distribuían las paternidades. Ronco, hermano de Cuarxo, en forma excepcional, respetaba y distinguía religiosa y familiarmente a Galena, una de las doncellas de Cantera, pero le embarazó a la hija Kalma. Así, la asumió como esposa formal durante algunos años. Luego, en nueva familia, Kalma procreó a Fraisa, Hoy esta es la madre de dos hijos de Ronco.  
 

XVII


La primera vez que Enisa parió contaba sus dieciseis años. Durante los próximos 22 años llegó a parir de ocho padres distintos. Conserva viables sus ocho hijos de los cuales, los cuatro primeros han sido criados por los padres de Enisa, otros dos han pasado a residir en otros hogares con sus respectivos padres. Dos niñas han sido entregadas a matrimonios conocidos y Tommo,  el último nacido, cuyo padre se perdió hace varios años durante un mal conocido incidente policíaco, ya cuenta catorce años, desarrolla un destacado activismo como usuario, mensajero y distribución de cualquier mercadería ilícita, fue sorprendido mientras jugaba a someter, contra su voluntad, a Reicito, de cuatro años, hijo menor de Virania, hija mayor de Enisa. Esta se ha indignado y denunciado a Tommo. Enisa se ha opuesto. Entre todos, por el momento, ha sido imposible hacer coincidir dos mismos pareceres sobre el incidente.

XVIII  


Catorce años cumplia Cancina cuando vio la luz su hijo Galil. Cuidadosamente cuidaron sus padres de ella y su cria. Ella cursaba ya estudios universitarios. El trauma dejado por el precoz embarazo y el abandono sufrido, la hizo muy precavida, no se le conocieron otros amores hasta el momento. Galil entró al Seminario Católico ubicado en una posesión de la iglesia, retirada de la comunidad. Cuando Galil visitaba su familia, mantenía aun la filial y amorosa costumbre de dormir junto a su madre. Galil la embarazó. 

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