Recientemente estuve compartiendo junto a varios amigos de la infancia escolar. Se quejaba Sergio de cuán infelices y miserables transcurrían los días de los tiempos actales, aburridos, sosos, sin diversiones ni emociones.
Cargado de nostalgia nos hizo recordar como todos las tardes, durante los recreos escolares estas solían animarse con impostergables pleitos entre los muchachos, a veces en equipos, que podían llegar a ser hasta de tres para tres. Los mayores se encargaban de casar los pleitos, que muchas veces se extendían a los mismos hermanos mayores y hasta a grupos familiares.
Entre el grupo de quienes allí compartiamos, estuvo presente una de mis amigas quien recordó la famosa pezcozá que delante de todos los alumnos le estacó ellá misma a su propia profesora, Nunca había escuchado yo una que resonara tanto en mis oídos (creo que aun la escucho),
Mi muy apreciada amiga, hoy profesional del derecho, lo celebraba expresando su inconformidad, ante la falta de coraje que hoy muestran las niñas, escolares, incapaces de darse a respetar frente a los maestros atrvidos y las maestras "fiti fiti". José Antonio celebraba la mordida que le pegó a la "Hermana Sor...." en uno de sus muslos cuando esta le metió la cabeza entre las piernas para castigarlo con "la madera" (esta era una pedazo de suela que a todos nos aplicaban en las manos abiertas o en las nalgas).
Recreamos el pleito de más amplia memoria, en la historia escolar de mi pueblo: La Hermana Sor .... y Jesús María, un estudiante de los grandes, del octavo grado, se enfrascaron en un cuerpo a cuarpo, trompada por trompada. Venció la Hemana, quen lucía una esbelta y poderosa figura atlética. Jesús María fue expulsado del plantel (y hasta prohibido de asistir a misa).
Los muchachas de antes, no eran tan ñoñas como las de ahora, aquellas no les temian a los curas, se hacían sus novias y hasta tenían sus hijos sin demasiado reparos. Nuestros profesores no fueron académicos ni bachilleres, pero eran maestros deverdad. No fastidiaban con eso de multiplicaciones de quebrados, raices cuadradas ni intereses compuestos sobre el capital, pero lo que enseñaban lo enseñaban (aunque mis padres debieran corregir lo que nos enseñaban).
Los muchachos de ahora no cuentan con ríos cercanos donde ir al no volver del recreo. Los tiempos de ahora no son iguales ni parecidos. La mitad de mis compañeras del septimo grado, hicieron familia al saberse listas para ser cocechadas. Las de ahora son como todo lo de los tiempos de hoy: incapaces, tontas, cobardes, indecisas, miedosas y ñoñas....
Añoro profundamente mis mejores tiempos pasados, aquellos en los que mis primos hacían apuestas monetarias con los profesores rurales a que yo podía hacer multiplicaciones y divisiones por dos y tres cifras, que aquellos no lograban dominar. La Inspección Escolar estaba hubicada contigua a mi casa en una propiedad de mis padres.
En estos tiempos ya ni Dios exhibe milagros. En mis tiempos, las muchachas grandes, las menos preparadas para seguir la escuela, hacían ruegos y promesas a San Antonio y en semanas hallaban marido.. Ahora precisan hasta de títulos universitarios y hasta de maestría para que San Antonio reciba sus currículos.
Mi muy apreciada amiga, hoy profesional del derecho, lo celebraba expresando su inconformidad, ante la falta de coraje que hoy muestran las niñas, escolares, incapaces de darse a respetar frente a los maestros atrvidos y las maestras "fiti fiti". José Antonio celebraba la mordida que le pegó a la "Hermana Sor...." en uno de sus muslos cuando esta le metió la cabeza entre las piernas para castigarlo con "la madera" (esta era una pedazo de suela que a todos nos aplicaban en las manos abiertas o en las nalgas).
Recreamos el pleito de más amplia memoria, en la historia escolar de mi pueblo: La Hermana Sor .... y Jesús María, un estudiante de los grandes, del octavo grado, se enfrascaron en un cuerpo a cuarpo, trompada por trompada. Venció la Hemana, quen lucía una esbelta y poderosa figura atlética. Jesús María fue expulsado del plantel (y hasta prohibido de asistir a misa).
Los muchachas de antes, no eran tan ñoñas como las de ahora, aquellas no les temian a los curas, se hacían sus novias y hasta tenían sus hijos sin demasiado reparos. Nuestros profesores no fueron académicos ni bachilleres, pero eran maestros deverdad. No fastidiaban con eso de multiplicaciones de quebrados, raices cuadradas ni intereses compuestos sobre el capital, pero lo que enseñaban lo enseñaban (aunque mis padres debieran corregir lo que nos enseñaban).
Los muchachos de ahora no cuentan con ríos cercanos donde ir al no volver del recreo. Los tiempos de ahora no son iguales ni parecidos. La mitad de mis compañeras del septimo grado, hicieron familia al saberse listas para ser cocechadas. Las de ahora son como todo lo de los tiempos de hoy: incapaces, tontas, cobardes, indecisas, miedosas y ñoñas....
Añoro profundamente mis mejores tiempos pasados, aquellos en los que mis primos hacían apuestas monetarias con los profesores rurales a que yo podía hacer multiplicaciones y divisiones por dos y tres cifras, que aquellos no lograban dominar. La Inspección Escolar estaba hubicada contigua a mi casa en una propiedad de mis padres.
En estos tiempos ya ni Dios exhibe milagros. En mis tiempos, las muchachas grandes, las menos preparadas para seguir la escuela, hacían ruegos y promesas a San Antonio y en semanas hallaban marido.. Ahora precisan hasta de títulos universitarios y hasta de maestría para que San Antonio reciba sus currículos.
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